A las 17.40 horas del 14 de enero de 1975, una columna de humo blanco salió por la turbina de la Industria Nacional de Cemento, Inacesa. Ubicada a 30 kilómetros al sur de Antofagasta, echar a andar una empresa de esa envergadura era toda una novedad en su tiempo. En 1972, el Presidente Salvador Allende, durante los días en que el Gobierno funcionó en esta ciudad, había iniciado las obras que costaron 200 millones de escudos.
La inauguración oficial vino después, el 14 de febrero. El general Joaquín Lagos Osorio, quien había sido el primer intendente de la dictadura en la provincia, ahora cambiaba la gorra militar por un casco para transformarse en el nuevo presidente del directorio de la compañía.
A pesar del calor insoportable de pleno verano en la pampa, el acto duró varias horas con las tradiciones de la época. La Guarnición Militar tocaba la Canción Nacional, que por entonces incluía la tercera estrofa ("Vuestros nombres, valientes soldados...", parte que se eliminó en 1990 con el regreso a la democracia), y las mujeres que trabajaban en la empresa le regalaron un bouquet de flores a Lucía Hiriart. Más tarde, el general Pinochet recorrió la fábrica.
Finalmente, se echó a andar la máquina. Ese 14 de febrero, se despacharon las primeras 40 toneladas de cemento fabricado totalmente en el norte de Chile. Sin embargo, en los años 20 se había intentado hacer algo parecido: Clodomiro Díaz, un industrial que tenía su tienda en calle 21 de Mayo, fabricó cemento antofagastino con yeso traído desde Cerro Moreno, pero su emprendimiento duró la nada misma.
Lo único que quedó para la historia de la aventura de don Clodomiro es el edificio levantado en 1923 en Matta 2520, el único hecho exclusivamente con cemento local. Hoy, en ese lugar funciona la carnicería Santa Ana y la tienda Túa.