Empresa deja todo limpiecito después de los carretes

PACHI OYANEDEL

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La escena es clásica: junta en la casa de algún amigo y el carrete se distorsiona hasta la madrugada. Los últimos encañados se van cuando el sol ya está sobre los cerros, y el dueño de casa queda solo a darse la lata de limpiar todo. El espectáculo, obviamente, es desolador. Vasos quebrados, puchos en todas partes, un desubicado que botó una piscola sobre la alfombra blanca, entre otras lindezas.