Cuatro animales viven en la casa de doña Rosa Pérez, en el sector del Huáscar, en Antofagasta. Está la Pili, el Kike, la Pancha y la Panchita. Y cuando uno toca al timbre de la agradable casa con vista al mar, la primera en saltar es la Panchita.
-¡Cuac! ¡Cuaaaac! ¡Cuaaaac!
A toda velocidad, atropellándose con sus patitas cortas, la gansa Panchita baja por el pasillo que divide la casa del patio para salir a recibir al visitante. La Pancha, una pastor alemán, la sigue. Si no fuera porque es un ave, la Panchita perfectamente podría confundirse entre los perros de doña Rosa.
GANSO BEACH
Presidenta de la junta de vecinos de su población, la señora Rosa Pérez cuenta que Panchita llegó hace diez años a su hogar, cuando unos amigos de la familia les regalaron la parejita de aves. Panchito y Panchita tuvieron un feliz matrimonio que incluyó el nacimiento de cinco adorables gansitos.
La vida era feliz para Papá y Mamá Ganso, hasta que Papá Ganso murió tras una violenta mordida accidental de un perro. En la casa familiar todos lloraron la trágica y repentina partida de Panchito. Fue así que Panchita se quedó sola -y viuda-, pero nadie imaginó que duraría tanto. De hecho, ya tiene diez años viviendo en la casa. "No sé cuánto viven los gansos", dice doña Rosa.
Se dice que los gansos, por su naturaleza, muerden, y fuerte. Cuando "La Estrella" viene a visitarla, está tranquilamente comiendo maíz en el patio de la casa. El fotógrafo hace una toma. El sonido de la cámara alerta a Panchita, haciendo un ruido similar al de una serpiente celosa. Sin embargo, no nos hace nada. Tranquila, sigue comiendo maíz.
"Ella se cree perro", insiste la dueña de casa. "Se pone al lado de ellos, nunca la atacaron, entonces se han acostumbrado, y donde van ellos, ella los sigue. Ella incluso hace sus necesidades igual que los perritos", dice.
La vida de este ganso es de lo mejor. Tiene un espacio de pasto sólo para ella, donde puede pasear y compartir con sus amigos perros. A veces, incluso, toma la siesta de la tarde junto a ellos, esperando a que caiga tibio sol del invierno nortino. En verano, si quisiera podría irse a la playa, porque la casa está justo al frente del océano.
LA DIETA
Una vez, casi se nos va la Panchita. No digamos que la dieta de un ganso es de conocimiento general, porque nadie anda por ahí paseando uno. Por eso, la vecina -sin saber- le dio un poco de repollo. Se hinchó tanto, que se enfermó terriblemente. "El repollo las hincha, y parecen globos", recuerda su dueña. La recomendación de un veterinario -de tomarle las patitas y golpearle un poquito la guata- la salvó de irse al salón de la fama de los gansos, donde brilla el pastelito Gansito y la Pila del Ganso, que en algún momento fue una estación de metro. Otros tiempos.
En esta ocasión, Panchita está nuevamente muy hinchada, pero es porque se viene un enorme huevo que se nota generoso en su acolchada panza. Según su dueña, esos huevos salen en marzo, septiembre y diciembre, "y son súper grandes y ricos", dice.
-No. Al comienzo sólo los huevitos cuando estaban los cinco gansitos…
La gansa sigue corriendo cuando la llaman a tomarse fotos. Reconoce la voz de su dueña, pero es porfiada para unirse al grupo familiar, a diferencia de sus amigos perros que ya están ordenaditos esperando el flash. De hecho, tampoco es muy asidua a las entrevistas. Tranquila, con sus cortas patitas, responde con lo mismo al más mínimo requerimiento.
-Cuac... cuac.... J
Si a usted le interesa tener un ganso en la casa, debe saber que a ellos les encanta moverse mucho, por lo que no se recomienda que los encierren en jaulas. Siempre deben estar con una buena porción de agua limpia. Para evitar que pasen frío, los corrales son los mejores lugares para que se alojen. Ah, y a estos animalitos, igual que a Panchita, les encanta el pasto abundante.
Ignacio Araya Chanqueo
"Ella incluso
hace sus
necesidades igual
que los perritos"
Rosa Pérez,