La magia y encanto de viajar por primera vez en avión
Era una mañana de invierno típica en Antofagasta. El reloj marcaba casi las 9 horas pero aún el sol no hacía su estreno debido a las nubes.
En el aeropuerto el viento frío se hacía sentir y los buses llenos de trabajadores mineros comenzaban a llegar para que éstos emprendieran vuelo a sus destinos.
Entre los buses, autos particulares y transfer apareció una van llena de niños.
Los pequeños, todos entre 6 y 12 años, pertenecen a la Aldea infantil S.O.S de la Perla, ubicada en el sector norte de la ciudad y fueron derivados allí por los tribunales.
emocionados
Los niños y niñas -19 en total- apenas entraron al aeropuerto miraban emocionados cada rincón del lugar.
"Mire tía, esa huincha se lleva las maletas", le decía uno de los pequeños a su "madre".
Y es que, lógicamente, los peques no estaban solos, sino acompañados por tres mujeres (llamadas "madres sociales") que los cuidan, crían y educan.
Estas "tías" estaban a cargo de todos los pequeños y la aventura que vivirían minutos después: su primer viaje en avión, el cual sería hasta Santiago para allá conocer la base de mantenimiento de Lan (ahora llamada "Latam", ver recuadro).
La iniciativa se llama "Un día con Lan" y la empresa la viene realizando hace bastantes años y se desglosa de la siguiente manera: todos los miércoles de abril a noviembre viajan pequeños de regiones a Santiago a conocer el aeropuerto y la base de mantenimiento de los aviones y los demás días lo hacen peques de la región Metropolitana o comunas cercanas.
turbulencia
Luego de hacer el check-in, los niños se subieron al avión. Era un vuelo comercial como cualquier otro, pero varias filas de asientos estaban reservadas sólo para ellos y sus madres sociales.
Como el día seguía frío y nublado, mucho antes de despegar el capitán advirtió a los pasajeros que iba a haber turbulencia. "¿Qué es eso?", le preguntó el pequeño Brandon Galleguillos (8) a una de las bellas auxiliares de vuelo.
Cuando el avión tomó posición y comenzó a acelerar para despegar, cada uno de los 19 niños comenzaron a gritar de emoción y alegría.
Durante el viaje los pequeños miraban por la ventana pero debido a las nubes no se veía prácticamente nada hasta que, luego de casi dos horas de vuelo, se comenzaba a ver Santiago y cada vez que el avión descendía más las casas, edificios y animales de corral se hacían más visibles.
El viaje fue en pleno temporal de lluvias en la zona central y sur del país, por lo que el aterrizaje estuvo bastante "movido", pero eso ni siquiera inmutó a los niños que con cada turbulencia del avión gritaban sorprendidos.
santiago
Apenas las auxiliares de vuelo abrieron las puertas para bajarse del avión, los pequeños no esperaron y prácticamente apuraban a sus madres sociales para conocer el aeropuerto Arturo Merino Benítez. "Es muy grande, nos vamos a perder acá", decía una de las niñas.
A los pocos minutos de haber aterrizado los pequeños viajeros junto a sus mamás se subieron a un bus de Lan a cargo de cuatro "tías": Cecilia Fuenzalida, Monserrat Mayoll, Constanza Allende y Carolina Fernández. Aquellas chiquillas son las monitoras y fotógrafas del programa "Un día en Lan".
El gran vehículo transportó a los peques hasta la base de mantenimiento de Lan, ubicada detrás del aeropuerto.
Allí los niños no sabían dónde mirar. Y es que en ese lugar se puede ver todo el "detrás de escena" de los aviones que luego despegan del Arturo Merino Benítez.
"Acá desarmamos, armamos, limpiamos y dejamos impecables a todos los aviones", comenta José Rosales, un mecánico que posteriormente iba a ser clave en la jornada de los niños de la Aldea infantil antofagastina.
El cielo estaba nublado y poco a poco las gotas de lluvia comenzaban a intensificarse. Sin embargo, aquello no fue impedimento para que los peques junto a sus madres sociales, las "tías" y el mecánico de Lan conocieran el segundo avión más grande de Latinoamérica, el Boeing 787.
"Pude conocer donde manejan los choferes (pilotos) y fue bacán porque la cabina está llena de botones y palancas como en las películas. Ojalá después yo pueda convertirme en piloto", comenta risueño Ignacio Gatica, uno de los niños que fue capitán por un momento.
Después de bajarse del Boeing, los niños y niñas asistieron a una breve y didáctica charla sobre cómo vuelan los aviones. Eso sí, los más pequeñitos se aburrieron en algunos momentos, a pesar del ánimo que transmitía el mecánico y "profesor", donde José Rosales.
Los peques almorzaron en el casino de trabajadores de Lan y poco después de las 17 horas regresaron a la Perla del Norte.
Según explica Gonzalo Fuentes, gerente regional de Lan en Antofa, "el objetivo de este programa es acercar a los niños a la aviación y que puedan ver el mundo que hay detrás de cada vuelo". J