Todo canchero le tocó el saxofón en pleno vuelo
Hace 10 años era muchos eran fanáticos de "Pasiones", un programa que emitía TVN durante las tardes, en el que hombres y mujeres daban a conocer su historia de amor mediante recreaciones y llamados telefónicos. Otros se contactaban para pedir consejos, ver su compatibilidad con signos astrales y varios se animaban -con una tremenda personalidad- a hacer una locura de amor.
Una vez un caballero se disfrazó de vaca y se paseó por el centro de Santiago, mientras gritaba "¡esto lo hago por ti María, te amo!" (no estamos muy claros si se llamaba "María", pero se entiende la idea).
La cosa es que, en todas las historias había un factor en común: darlo todo por la media naranja.
Y aunque algunos creían que con cenas románticas a la luz de las velas, o tatuajes que simbolicen eso que nace de adentro del alma, bastaba para demostrar el sentir, ¡nones! Acá sí que va a ver a jugados romanticudos.
En las alturas
La primera historia de las travesuras de cupido es de María Fernanda Romero y Alén Rossi. Los tórtolos llevaban varios años juntos, por eso Alén, todo un caballero dicho sea de paso, tomó la decisión más importante de su vida y se decidió a pedirle matrimonio a su entonces polola, María (no la misma del programa "Pasiones" por si acaso).
El joven tenía metido en la cabeza la idea de no hacer una pedida de mano común y corriente. Por eso quiso pedirle el "sí" en los aires, entre las nubes y los querubines, y le preparó una sorpresa cuando partían en vuelo a unas merecidas vacaciones a Estados Unidos.
El joven, que es saxofonista de una banda de cumbia local, se levantó de su asiento con permiso del capitán y azafatas, y se puso a tocar un tema con su instrumento mientras todos los pasajeros se miraban con cara de "¿qué onda?".
"El capitán me llamó y me asusté, pensé que me iban a llevar a la PDI o que había un problema con mi pasaporte", cuenta todavía con los ojos brillantes de alegría María Fernanda. De repente Alén, canchero como él solo, sacó un anillo y se lo propuso frente a todos.
"Los pasajeros aplaudían y nosotros llorábamos. Antes de eso habíamos ido a visitar a su bisabuela y ella lo único que hacía era hablar de matrimonio y yo me reía. Alén se puso triste y me sentí un poco mal, pero en el avión fue algo totalmente inesperado. Nuestro destino era Nueva York y, bueno, él me había dicho que el viaje sería inolvidable y así fue", cuenta emocionada ella.