El lento adiós del Papa Juan Pablo II en Antofagasta
El próximo año se cumplirán tres décadas de la visita de entonces sumo pontífice a la ciudad, y un mega recuerdo de ese hecho desaparece lentamente en los cerros.
C. Castro Orozco - La Estrella de Antofagasta
Los alumnos de la escuela Elmo Funez Carrizo y los estudiantes del liceo Los Arenales comparten un juego en particular, que es el desafío de encontrar al 'moái' oculto que se halla delineado en uno de los cerros aledaños a estos establecimientos educacionales, ambos ubicados el sector norte de la ciudad.
Tal vez, este inocente juego se debe a que son generaciones jóvenes quienes lo inventaron y que desconocen el contexto en el que nació este 'moái' que, efectivamente, de manera tímida se deja ver a quienes osan a escudriñar las vagas y descoloridas líneas blancas que están esparcidas en dicho cerro, de las cuales, si se hace un descarte entre los caminos de tierra y las ripieras existentes, el buen observador podrá encontrar, al cabo de unos minutos, al famoso 'moái' al que juegan a buscar los jóvenes.
Pero lo curioso de todo, es que esta figura no corresponde a los populares colosos de la Isla de Pascua, sino más bien a un 'hombre coloso en espíritu y humanidad' por así decirlo. Y es que esta silueta honra al extinto Papa Juan Pablo II, quien arribó a Antofagasta hace casi 30 años, y que fue recibido no solo por miles de entusiastas feligreses, sino que también por este enorme dibujo dedicado a su persona.
La enigmática silueta
Muchos antofagastinos conocen la existencia de esta megaimagen del Papa Juan Pablo II en este cerro ubicado en el sector Alto Bonilla, justo sobre la Plaza Bicentenario, en donde aparece el ex sumo pontífice ataviado de una casulla (especie de bata que usan los Papas) y coronado con una mitra (gorro de Papa) alzando la mano derecha en señal de bendición, mientras que con la izquierda empuña un enorme báculo con forma de crucifijo.
El enorme dibujo ha sido una estampa clásica de este sector de Antofagasta, y su creación se debió a la misma visita del religioso a la ciudad el seis de abril de 1987, ya que en medio del itinerario de la principal autoridad de la iglesia católica, una de sus actividades fue la realización de una santa misa en ese sector -llamado en la ocasión como 'campo eucarístico'- justo por debajo de donde se encuentra el dibujo.
Según el trabajo 'La imagen de Juan Pablo II en el cerro' de Jorge Albaracín Herrera, este proyecto fue presentado en enero de 1987 por Rosa Herrera Hidalgo, y fue ejecutado prácticamente por voluntarios. La imagen en sí ocuparía una extensión de una superficie irregular de tres hectáreas y comenzó a trazarse en febrero de ese año, a unos dos meses de la visita del Papa.
Pero al poco tiempo, según el texto de Albaracín, quienes delineaban la enorme figura en el cerro fueron desalojados debido a que ese mismo sector fue elegido para trazar una enorme cruz.
El adiós
Por este motivo, la figura fue finalmente estampada en el cerro de al lado y alcanzó a estar lista para la visita de Juan Pablo II.
Pero ahora, casi treinta años después, el desinterés por su preservación, el avasallante paso del tiempo y las continuas lluvias han provocado que esta imagen poco a poco comience a desaparecer, quedando ya solo una sombra, una inquietante silueta, un fantasma delineado en el cerro que, 30 años antes, fue la viva imagen del único santo que visitó la ciudad.