Cartas
Ley de inclusión
Estimado señor director:
Siento tristeza al ver la nueva ley de inclusión (educación), que no representa el interés de los niños, solo busca insertar una ideología política de satanizar el "lucro en la educación", sin entregar alternativas de calidad e la educación pública, buscando eliminar la educación subvencionada a como dé lugar.
Esta reforma está hecha a la rápida, entre cuatro paredes, alejada de lo que querían los padres y apoderados. La crisis es que a los sostenedores (dueños) de los colegios subvencionados se les obliga a elegir si quieren ser particulares o fundación sin fines de lucro.
Para seguir en este sistema, deben perder su patrimonio, entregar estos inmuebles a estas nuevas fundaciones, de una manera arbitraria y centralista, ya que no consideró la realidad de regiones como Antofagasta, donde todos los cálculos están hechos de las perspectivas del avalúo fiscal, que en nuestra región es el 30% del avalúo comercial.
Entonces nos encontramos con una ley, que obliga a los sostenedores a cambiarse al sistema particular o bien cerrar su colegio. Esto ha generado incertidumbre, preocupación, un gran dolor de cabeza a las miles de familias que están en el sistema educacional subvencionado, la gran mayoría conforme con la educación que recibían sus educandos.
¿Se imagina el dolor que sufrirán los miles de niños antofagastinos, que sus padres no puedan pagar el valor de un colegio particular y se verán obligados a irse al sistema educacional municipal. Pero con la alta demanda, como ya los estudiantes por ley se eligen al azar por una tómbola, quedarían insertos en cualquier unidad educativa. La "meritocracia" o la elección por nota no existe.
Como si esto fuera poco, con la creación del Decreto 83, dice que todos los niños son iguales, se elimina la educación especial, obliga a todas las escuelas especiales transformarse a regulares.
No es posible que nuestros hijos tengan que cambiarse de colegios, perderse amistades, tradiciones, afectos, cariños entre niños y padres, irrumpiendo no solamente en la vida de los niños, sino en el seno familiar, por una ley mal planteada del principio.
No puede hacerse de esta forma, perjudicando a nuestras futuras generaciones, que nacerán con un resentimiento gigante hacia un gobierno que los aisló de sus amigos, con quienes vivieron más de 14 años juntos y separando familias.
Rodrigo Antilef Giacaman