Fundación Tabor y su lucha por asistir a quienes viven en la calle
La labor de la institución dependiente del Arzobispado y su notable trabajo para ir en ayuda de los cientos de personas que se encuentran en situación de calle en Antofagasta.
Mario Sánchez P. - La Estrella de Antofagasta
Hablar de reinserción entre las personas en situación de calle es complejo. Se trata de un proceso que es largo y con incierto éxito, sin embargo, aún hay gente que lucha por sacar de esta condición a quienes por diversos motivos terminaron viviendo en completo abandono o soledad.
El elemento inicial que se rescata es la revinculación con su entorno, romper con el aislamiento y la soledad en que se vive afuera. Ese es el primer éxito que instituciones como Tabor, buscan consolidar, la cabeza de playa donde comienza el largo camino hacia lo que el resto conocemos como reinserción social, pero que para esta institución es la "transfiguración".
Tabor es un organismo que depende de la Pastoral de Alcoholismo y Drogadicción y Personas en Situación de Calle del Arzobispado de Antofagasta. La institución ejecuta fondos que buscan asistir a las personas sin hogar a través de dos programas, el primero del Ministerio de Desarrollo Social llamado "Seguridad y Oportunidades, Programa Calle" y el segundo del Servicio Nacional para la Prevención y Rehabilitación del Consumo de Drogas y Alcohol (SENDA) bautizado como Plan de Reducción de Daños de Alcohol y Drogas.
Son alrededor de 65 los usuarios del programa "Calle" que han podido acceder a esta posibilidad de redención, pero desde perspectivas muy distintas. Hay quienes solo han podido ser identificados, y otros que dan los primeros pasos fuera de las adicciones creando vínculos con Tabor por lo que se vuelven asiduos visitantes a la casa ubicada en Maullín 5423.
La lucha por el vínculo
Lilian Tapia Donoso es la directora ejecutiva de esta fundación que recibe su nombre del monte donde Jesucristo vivió la transfiguración, ese momento en que deja de ser cuerpo y pasa a ser espíritu, una metáfora que bien puede aplicarse a quienes inician el camino de la redención dejando atrás el verdadero trauma que significa la marginalidad.
Para esta "hermana" lo más significativo es el vínculo que finalmente se va construyendo y el interés que van despertando en personas que por su condición de abandono no están acostumbrados a la compañía y por lo tanto el romper esta marginalidad es el verdadero paso hacia la recuperación de sus vidas.
Así pasó con Don Sergio, un usuario que hoy ya cumple más de dos años sin consumir alcohol. Toda una hazaña si se considera que pasó más de 40 años en la calle. Este albañil y pescador, oriundo de Taltal, casado y con familia, hoy vive de un sueldo, es capaz de pagar una pieza y trata de proyectarse más allá de lo que es su vida cotidiana, un privilegio que la mayoría de las personas en situación de calle no conoce.
Vivió en rucos repartidos por toda la ciudad, en playas abandonadas, en plazas y sobre todo en la Avenida Brasil, donde hace dos años dejó de lado sus últimas posesiones de esa vida para comenzar esa "transfiguración" de la que habla Tabor.
Ha sido un camino largo y complejo en donde la soledad fue una permanente compañía por lo que hablar de reinserción es puramente conceptual. "Hay que seguir estando permanentemente en la vida de estas personas para garantizar una salida y una vida normal, que es, más que la reinserción el objetivo final de estos procesos" destaca Lilian Tapia.
La droga
Así, nacen los plumilleros, sí, esos que usted es capaz de ver en las esquinas de cada calle y que en un porcentaje alto son personas en situación de calle que cohabitan en una ciudad que tiene identificados más de 20 sectores de rucos y caletas donde viven estas personas.
El consumo de pasta base y alcohol es el gran enemigo. En su mayoría los usuarios de Tabor son hombres por lo que han iniciado una campaña para recolectar ropa de abrigo para un invierno que se ve más duro que años anteriores. Esa campaña se inició este miércoles con una reunión en la cancha de la población Lautaro. La idea era reunir a la familia y tratar de concientizar sobre este esfuerzo y de paso reunir ropa de hombre para ir en ayuda de quienes habitan en rucos.
Analya Toro, Coordinadora del área Calle de la Fundación Tabor, destacó que "es muy difícil conseguir cosas para las personas en situación de calle y por ello hay que replicar este tipo de actividades en otros lugares y trabajar en conjunto con otras instituciones o colaboradores y cuesta mucho lograr una reinserción completa si no contamos con la colaboración de la comunidad", destacó.
Y esa complejidad se vuelve mucho más difícil en el caso del consumo de droga, que según sus estimaciones llega a casi el 90 por ciento de las personas sin hogar. De esta situación de adicciones nace el segundo programa, vinculado a Senda y que le reporta la "contratación" de 15 cupos para un programa que dura 12 meses. Esta instancia tiene un presupuesto que aunque limitado incluye la contratación de profesionales como siquiatras, psicólogos sociales y técnicos en rehabilitación.
El programa busca reducir el daño del alcohol y las drogas en estas personas teniendo en cuenta que la rehabilitación es mucho más complicada de lograr, sin embargo, se alcanza y por ello es importante que cada año haya asistencia de las instituciones de gobierno y la siempre bienvenida colaboración de la comunidad.
Los recursos son limitados y están dirigidos en rescatar los casos más complejos o que pueden ser recuperados a través de estas herramientas.
Desarrollo Social
Uno de los pilares económicos de esta institución es el Ministerio de Desarrollo Social, que trabaja con Tabor a través de dos programas: Calle y Abriendo Camino. En total esta secretaría aporta con $57.200.000 para el Programa Calle y $46.860.258 para el Programa Abriendo Camino, detalló la seremi Loreto Nogales.
La autoridad agregó que en el caso de las personas en Situación de Calle, a través de estos programas vienen a ser un acompañamiento psicosocial y sociolaboral para darle mayores condiciones de vida a las personas y lograr que se vinculen a la red.
En el caso del Abriendo Camino , se trata de un trabajo con familias incluidos niños, niñas y adolescentes que tienen un adulto privado de libertad.
En ese sentido se trabaja con niños(as) y adolescentes, pero también con sus cuidadores prestando apoyo psicosocial y sociolaboral colaborando con estas familias para que puedan superar la situación en que se encuentran y entregarles herramientas para poder vincularlos a la red.
En el caso de las personas en situación de calle una de las grandes dificultades es poder ubicar a estos usuarios y hallarlas pese a una movilidad que es tan complicada como los casos que los rodean. Se sabe que muchos de ellos podrían tener causas legales y eso hace mucho más difícil el lograr un contacto permanente.
Pero eso no ha detenido a quienes se vinculan a esta verdadera cruzada. Hay una dedicación en este trabajo que se vuelve constante y se alimenta de casos exitosos, aún cuando hablan de dolores y segundas oportunidades. Para Tabor la "transfiguración" es una promesa que buscan en cada una de las personas a quienes ayudan a vivir un día más lejos de la calle.