Camila Infanta S.
Minifalda verde fluorescente en una firma de abogados o zapatillas para correr en una empresa constructora podrían ser atuendos poco adecuados para ir a trabajar. Por ello, pese a que hay empresas que optan por los uniformes y vestimentas corporativas, otros dejan al libre albedrío el look de sus trabajadores y muchas veces es ahí donde comienzan los problemas.
¿Qué me pongo? Especialistas en imagen aseguran que lo más importante es entender dónde se trabaja y siempre estar acorde a eso, pues no a todos lados se puede ir igual.
La periodista y asesora de imagen personal y corporativa, Carolina Jorquera, defiende por sobre todo los uniformes corporativos. De hecho, ella, junto a una socia, trabaja en crear líneas para diferentes empresas.
"Constantemente veo gente que rechaza usar un uniforme, pero yo los enseño a usar. Pueden ser buenos, pueden sentirse y verse espectaculares, si es que los llevan bien. Soy absolutamente pro-uniforme, pues a todos nos pasa que pensar todos los días en qué ponerme es una verdadera lata", dice.
Ahora, explica la especialista, si es que el trabajo no tiene uniforme, primero hay que evaluar para dónde se está trabajando y qué grado de formalidad se necesita.
"Independiente de si eres joven, uno debe ser más bien formal. Me parece insólito en una oficina andar con polleras tapando el traste. Las polleras van en la rodilla o levemente sobre. Uno puede ser coqueta sin mostrar tanto", dice la también creadora de la línea de ropa Carola Jorquera-Un Concepto.
Asegura que, sin duda, todo depende de dónde se trabaje y si, en general, se tiene contacto con vendedores, entrevistados u otras personas ajenas a la empresa.
En el caso de los hombres, la periodista aconseja utilizar un pantalón de tela, "jamás con pinzas y jamás que quede largo. Esos repollos que se arman al final de la pierna son horribles".
"Las chaquetas no deben quedar largas de manga y siempre que se pueda cerrar el botón. Si se tienen que comprar una talla más grande, que lo hagan y la acorten si es necesario", dice, un tanto sorprendida.
Más allá del estilo de cada uno, lo importante es estar acorde a lo que el lugar de trabajo solicita.
Por ejemplo, si la oficina es una agencia de publicidad o un jardín infantil, claro que se necesita tener más movilidad, sentarse en el suelo o mostrar más creatividad. En esos casos, se acepta jugar un poco más. Aunque según Jorquera, tampoco tanto.
"Cuando la gente dice algo cómodo, no necesariamente estamos hablando de buzo y zapatillas. ¡No! Se puede estar cómodo, viéndose bien. Por ejemplo, un pantalón más pitillo, con colores. Un pantalón entretenido de tela con una camisa, un sweter de lana bonito, algo así", recalca.
¿Quién paga?
Más allá del estilo, la vestimenta en un lugar de trabajo también representa una herramienta de seguridad que, por ley, es el empleador el que tiene que entregarla.
Según explican en la Dirección del Trabajo, la ropa u otros elementos de vestir (zapatos de seguridad, lentes UV, cascos o gorros legionarios, por ejemplo) que constituyen Elementos de Protección Personal (EPP) obligatorios para el empleador y la vestimenta que contribuye a definir una imagen corporativa de la empresa, ambas, deben ser entregadas por el empleador.
"En cualquier caso, el uso de la vestimenta o de los EPP debe estar normado en los reglamentos internos de cada empresa. No puede quedar al arbitrio del empleador ni tampoco del trabajador, y debe ser de cumplimiento estricto para ambas partes", dice el director de la entidad, Christian Melis.