Michael Seguel P.

Alas las 09.37 de ayer, Francisco llegó a la calle Beauchef, lugar donde abordó el Papamóvil para comenzar su recorrido por el Parque O'Higgins de Santiago, antes de iniciar la primera de las tres misas masivas que tenía contemplado celebrar en Chile.

Arriba de un jeep modelo Wrangler 2015, Francisco recibió los aplausos de las 400 mil personas que llegaron al recinto capitalino. Mientras el coro de la misa cantaba "Chile, una mesa para todos", Francisco sonreía a los peatones agolpados tras las vallas papales.

En el altar de más de 300 metros de largo lo esperaban laicos, sacerdotes y obispos. Entre ellos, el arzobispo de Santiago, cardenal Ricardo Ezzati y el obispo de Osorno, Juan Barros.

Tras bajar del Papamóvil, Francisco se dirigió a la parte trasera del escenario, para buscar la vestimenta diseñada especialmente para la misa: una tenida con una banda vertical color verde que representaba los cultivos de la zona central.

Mientras, personas de diferentes nacionalidades se repartían entre los asistentes chilenos, donde prodominaron los argentinos.

Diez minutos antes de lo programado, a las 10.20, Francisco comenzó la misa.

Antes había estado en La Moneda, donde dijo sentir "vergüenza" por los abusos de sacerdotes a niños.

Mensaje Papal

"Las bienaventuranzas no nacen de actitudes criticonas ni de la «palabrería barata» de aquellos que creen saberlo todo pero no se quieren comprometer con nada ni con nadie, y terminan así bloqueando toda posibilidad de generar procesos de transformación y reconstrucción en nuestras comunidades", dijo.

Ésta fue una de las frases que marcó la homilía de Francisco, en que hizo un llamado a trabajar por la felicidad del otro, instancia en la que recordó la homilía de Raúl Silva Henríquez, quien fuera arzobispo de Santiago, entre 1961 y 1983, referida a la justicia de los hombres.

Tras ello, fueron siete las peticiones que se leyeron, apuntando a los ancianos, los jóvenes, los niños y la familia.

Mientras, 21 personas esperaban en el pasillo central frente al altar con sus ofrendas al Papa Francisco. Los más aplaudidos fueron una pareja mapuche vestida con sus ropas ancestrales. Misma reacción ocurrió con cuatro representantes de pueblo Rapa Nui

Mientras eso ocurría, afuera del Parque O'Higgins, un grupo de unas 200 personas reunidas en Avenida Matta se manifestaban contra la visita. Alcanzaron a avanzar 50 metros, cuando un chorro del carro lanza agua de Carabineros los detuvo.

Madrugadores

Pero la historia de la misa comenzó antes. Los primeros llegaron el lunes, pero la mayoría comenzó a llenar el parque de madrugada, con el objetivo de lograr una buena ubicación para ver al Papa, tras obtener su entrada gratuita.

Fue el caso de Eliecer Sandoval (65), de la parroquia la Merced de Quillota, quien, a pesar de llegar a las 2.00 (hora en que se abrieron las puertas al público) recién entró pasadas las 5.00: "Fui guardia papal en la visita de Juan Pablo Segundo, el frío o la demora no me van bajar el ánimo de ver al Papa".

"El Papa es como ver un pedacito de Dios entre nosotros. Estoy muy contenta de estar con él a pesar de mi edad", dijo Orfelina López (93), quien viajó junto a su hija desde Talca para poder ver a Francisco.

Mientras Irma Ampuero (55), originaria de Quemchi, en Chiloé, lleva 30 años en Punta Arenas por su trabajo de contadora. "Llegamos en avión a Santiago y estuvimos desde las 03.30 esperando al Papa. Me gustó su mensaje".

"Me gustó su mensaje, pero esperaba algo más con respecto a los casos de abuso sexual"

Pedro Ponce"

"El Papa es como ver un pedacito de Dios entre nosotros. Estoy muy contenta de estar con él, a pesar de mi edad"

Orfelina López"

"Me encantó su mensaje, este país necesita a alguien que llame a la unión y la justicia en nuestra sociedad"

Irma Ampuero"

"El frío o la demora (en la entrada) no me van a bajar el ánimo de ver al Papa"

Eliecer Sandoval

1 hora y 16 minutos duró al misa de Francisco en el Parque O'Higgins.