Integridad democrática
Señor director:
Durante los últimos años hemos observado situaciones particularmente graves que tienen un denominador común: la corrupción política, fenómeno pernicioso que si no logra ser detenido terminará dando un tiro de gracia a la democracia y con ello a la misma dignidad humana. La democracia es la mejor forma de gobierno, entre otras razones, porque es la más compatible con la libertad y la igualdad humana. Dado lo anterior, este sistema es algo deseable y a pesar de sus promesas incumplidas, sigue siendo la mejor opción. Por eso debe ser protegida. Solo en el contexto de una democracia la noción de Estado de Derecho y sus principios constitutivos pueden limitar el poder, nunca en una autocracia. Así las cosas, la corrupción, especialmente la corrupción política y la de los gobernantes, no solo afecta al sistema político, sino que también a la propia igualdad y libertad humana, dando así un golpe de muerte a la democracia, deslegitimándola y, permitiendo con ello, la aparición de intentos demagógicos y autocráticos de controlar el poder. Con la corrupción la democracia queda totalmente desvirtuada, y comienza a perder su razón de ser, ya que la ciudadanía pierde confianza en ella y dejar de apreciar sus beneficios, con lo cual también se pierde la significación del principio de igualdad ante la ley, generándose una profunda desconfianza en las autoridades, las instituciones y en la misma democracia. Chile está viviendo una crisis de moralidad importante que no será solucionada por la clase política, no tiene interés en ello, al contrario mantener el status quo del sistema pareciera ser su mejor escenario. Esta crisis de moralidad solo podrá ser enfrentada por una ciudadanía que sea capaz de pasar factura a una dirigencia política que hace rato no está a la altura de una verdadera democracia.
Jorge Astudillo Muñoz