El fiel astroperro que fue rescatado por los trabajadores de ALMA
"Almito", como lo bautizaron en el observatorio, llegó un día buscando refugio. Desde entonces se quedó para siempre en la garita de acceso a las instalaciones del recinto, convirtiéndose en el integrante más fiel y peludo del equipo.
A más de cinco mil metros sobre el nivel del mar y en el Llano de Chajnantor se encuentra el Atacama Large Millimeter Array, más conocido por sus siglas de ALMA, una red de radiotelescopios que desde la Región de Antofagasta está atenta en la observación del Cosmos.
Con equipos tan sofisticados y de alta precisión, allá arriba, donde el desierto más árido del mundo nos entrega al mismo tiempo los cielos más despejados del planeta, están los científicos observando sin descanso cada movimiento del Universo.
Pero hay alguien muy especial, tanto para ser el protagonista de esta historia. No es científico, pero es posible que -al estar rodeado de ellos- disfrute de igual forma o más del trabajo que realizan los astrónomos a los que acompaña. Porque si hay algo que lo define muy bien y que lo caracteriza por excelencia es la fidelidad a su equipo de trabajo y más que eso, a su verdadera familia.
Ese es Almito. Nombre que recibió cuando llegó a las instalaciones de ALMA este peludo trabajador de este observatorio, ganándose el cariño de todos. Y no se trata de cualquier perro, ya que corresponde a aquel que está encargado de vigilar la entrada a uno de los principales centros científicos de todo el mundo.
Todo comenzó hace alrededor de siete años cuando el can llegó deshidratado y desnutrido hasta las instalaciones.
En un pestañeo, rápidamente se ganó el cariño de los guardias y otros trabajadores del lugar, quienes lo adoptaron y lo bautizaron en honor al nombre de este recinto, además de apodarlo como "Astrodog".
Matías Aguilar, safety officer (oficial de seguridad) de ALMA, es uno de los compañeros más cercanos que tiene Almito y cuenta que "lleva mucho tiempo con nosotros. Llegó un día que acá hubo tormenta, con lluvia y truenos, por lo que llegó solo a la parte de acceso de ALMA y estaba como maltratado y flaco".
"Lo primero que hizo el guardia que estaba ahí fue darle de su comida, ya que no tenía para perros, y agua. Desde ahí que él no se fue nunca más", añade Aguilar.
El gerente de seguridad también quería que sus trabajadores tuvieran un acompañante y esta responsabilidad recayó en el perruno nuevo integrante. Desde entonces comenzó a ser parte importante del staff.
Tanto es así que hasta recibe a las visitas y al personal en el bus que los traslada hasta las instalaciones del observatorio, como una forma de darles la bienvenida.
"Él se sube al bus, va a saludar a la gente y ellos le hacen cariño", agrega. Almito es uno más de todo el equipo y hasta tiene su propio abrigo de polar personalizado y con el logo de ALMA para cuando llegue el invierno.
A través de Instagram y la cuenta oficial @alma.observatory, los trabajadores de este recinto no sólo publican fotos captadas por los telescopios, sino que en ocasiones también narran las aventuras que tiene el "Astrodog" en su quehacer diario y en medio del desierto.
Tenencia responsable
Y parte importante de ello es su cuidado. Almito está adoptado con todo lo que corresponde y es por eso que según cuenta Matías, regularmente bajan hasta San Pedro de Atacama para que el can -de aproximadamente nueve años- pueda tener sus controles con normalidad.
Ya tiene sus vacunas correspondientes y también su chip de identificación, todo para cumplir de manera formal y también fomentar la tenencia responsable de mascotas.
Para ello, regularmente tienen que llevar al Almito hasta la comuna más cercana, la que corresponde a San Pedro de Atacama, que se encuentra a 50 kilómetros hacia el oeste del observatorio.
Aunque al Almito no le gusta mucho que lo muevan de su mundo, de su hogar, y hasta se pone mañoso cuando hay que llevarlo a sus controles médicos.
Y es que cuando llega la hora de su chequeo médico, se arma todo un show a la hora de subirlo al vehículo. A veces consiguen hacerlo, pero al momento sorprende a todos bajándose rápidamente. Otras, apenas se quiere mover.
No hay caso, el can no es malas pulgas pero si hay algo que no le gusta, eso es ir a los controles de salud.
"A él no le gusta salir mucho de acá porque está acostumbrado. Cuando lo llevamos al veterinario en San Pedro, porque queda cerca, no le gusta subirse a los vehículos. Cuando llegamos al veterinario hay que tomarlo en brazos o tirarlo para que entre a la consulta", señala.
Todo eso porque a Almito le encanta la libertad que tiene el desierto y el poder moverse por donde quiera, con tremendo panorama de los colores propios del norte y las antenas de fondo, algo que este canino no cambia por nada.
"Hasta que llegamos de vuelta a la garita del guardia y ahí es feliz de nuevo", señala Aguilar.
Esa es la personalidad que con los años hizo que todos en las instalaciones de ALMA se encariñaran con el "Astro Dog", donde las fotos con el peludo integrante del equipo nunca faltan. En una ocasión posó hasta con un gorro navideño, para celebrar las fiestas de diciembre junto a los trabajadores del observatorio.
Un perro que, como dicen las descripciones cada vez que suben sus fotos a las redes sociales de ALMA, "tiene el mejor trabajo del mundo" y que todos los días demuestra lo agradecido que está de cada uno de los integrantes del equipo.
Todo ello porque le abrieron las puertas cuando el Almito lo necesitaba, cuando buscaba refugio para escapar de la lluvia y más allá que todo eso, cuando buscó por el desierto lo más importante que podía tener: una familia que lo acogió.
En este caso, toda una dotación de trabajadores en uno de los telescopios más avanzados e importantes del planeta. Una familia de trabajadores con ALMA.