Labocar: cuando la ciencia se pone al servicio en resolver crímenes
Nos internanos dentro de las dependencias del edificio del Laboratorio de Crimanalística de Carabineros para conocer cómo funciona esta división. Mediante la genética, química y labioquímica, es posible determinar cómo ocurren los delitos.
Desde los años 90's, y más popularmente en la década de 2000, que el público se ha sentido atraído por series policiales. Los Expedientes X, por ejemplo, con el trabajo criminalístico y científico de una de sus protagonistas: la doctora forense Dana Scully y su compañero Fox Mulder, en los que ambos recogían cualquier trozo de evidencia para rearmar por completo el rompecabezas que corresponde al panorama de un caso.
Más recientemente, CSI, Bones o Dexter muestran escenarios similares en los que investigadores utilizan técnicas bastante sofisticadas para determinar la dinámica de un delito, que al tratarse de shows televisivos, los homicidios aparecen dentro de los más comunes.
Si bien las técnicas son bastante similares, obviamente, la mayor parte es ficción y dista mucho de cómo ese mismo trabajo se realiza en la vida real y ahí aparece la ciencia dura, la empírica y la misma que permite determinar cómo ocurrió un hecho, con el objetivo de que posteriormente la justicia actúe.
Y en ese escenario aparece el Laboratorio de Criminalística de Carabineros (Labocar), cuya tarea no es tan vistosa -tal vez- como la de los efectivos que están en la calle.
Sin embargo, se trata de una labor donde la rigurosidad está cuidada hasta el más mínimo detalle, no dejando espacios para las dudas y resolviendo cada una de las preguntas que se formulan en los distintos hechos de connotación pública.
"Acá o es blanco o es negro, pero no existe el gris", señala el jefe de Labocar. capitán Robe Adel, cuando nos recibe en el primer piso que del edificio de calle Patricio Lynch, que alberga a esta sección.
Ciencia
Antes de efectuar el recorrido nos explica es que es ésta el área de la policía uniformada que se basa en la ciencia dura para efectuar el trabajo: "acá estamos trabajando en base a la evidencia, a establecer científicamente la identificación de una persona que haya estado en el sitio del suceso".
De entrada el jefe del Labocar aclara que están alejados de lo que se muestra en las pantallas de televisión, porque " las series tienen aspectos más de Hollywood, es más cinematográfico", pero añade que sí coinciden en la rigurosidad científica.
El edificio cuenta con distintos laboratorios para cada especialidad. Hay Carabineros de orden y seguridad, pero también profesionales en las áreas química, bioquímica, genética, además de un doctor anátomo patólogo.
En sí, el trabajo de Labocar es una especie de cadena que se inicia con la labor de los carabineros en los distintos sectores y que continúa cuando la parte especializada es requerida, para reconstruir cómo ocurrió el hecho.
"La labor preventiva es fundamental en Carabineros, por lo que trabajamos con el apoyo, por ejemplo, de un carabinero que está en una población. Éste genera una persecución y atrapa un delincuente en delito flagrante. Nosotros vamos en apoyo a ese procedimiento, a cerrar ese círculo del delito y darle validez al trabajo que hizo ese carabinero con detenerlo, al posicionar a ese delincuente en el sitio del suceso y que cuente con las pruebas para ponerlo ante a la justicia", señala.
El recorrido comienza con las escalera hacia el segundo piso de este edificio. A través de pasillos, vemos el acceso a varias salas y en una de ella se reciben todas las órdenes judiciales de los casos que se van a investigar.
Al costado está el primero de los laboratorios, el que corresponde a genética. Es ahí donde a través de procesos bastante rigurosos se analizan todas las muestras de ADN halladas en el sitio del suceso, algo clave que permitirá en un caso determinar si es que un sospechoso se encontraba en el lugar y en el momento exacto del crimen.
Ficción versus realidad
Más arriba, en el tercer piso, nos encontramos con otra estructura. Dentro de la sala un funcionario policial tiene fija su mirada en un microscopio, analizando todos los detalles que son invisibles a simple vista para el ojo humano que están presentes en una bala. Las vainas o proyectiles encontrados en el sitio del suceso son analizadas y eso permite determinar exactamente desde qué tipo de arma se efectuó el disparo.
Robe Adel apunta hacia un sofisticado equipo, del cual señala que "en las series hollywoodenses ponen ahí una huella y automáticamente aparece la cara de una persona. Acá no es así y no es por algo de no tener la tecnología, sino que todos tenemos la presunción de inocencia" (todos somos inocentes hasta que se demuestre lo contrario), volviendo a recalcar que pese a ello, la rigurosidad es una constante y calcada a lo que vemos en la pantalla.
Si bien son los accidentes, robos o asesinatos los hechos de mayor connotación, Labocar también tiene un ala más desconocida, pero no menos importante. Es la de la propiedad intelectual, para la que existe otro laboratorio dedicado completamente a comprobar todos y cada uno de los artículos que son falsificados hasta el más mínimo detalle, incluso teniendo una diferencia ínfima en un logotipo que a simple vista lo haría parecer original.
Según explica el jefe de Labocar, no sólo se analizan por daño a los derechos de autor, sino que a veces el artículo reviste peligro ya que al no tener las licencias originales puede tener niveles de toxicidad que podrían afectar al comprador u otro, por ejemplo, un niño que recibe un juguete falsificado.
Lo preliminar es fijarse en la presencia de todos los logos y mención al "copyright", es que es el sello de propiedad intelectual. Además centrarse en las marcas. "Si es una figura de Batman -por ejemplo- tiene por obligación tener el sello de DC Comics y claramente si no cuenta con éste se trata de una copia pirata", nos explican en el laboratorio.
Evidencia
El recorrido sigue y aparece otra de las secciones, una en específico que se dedica a analizar huellas dactilares, una marca intransferible y única que identifica a cada ser humano. Éstas son importantísimas cuando se comete un delito, ya que -al igual que muestras de sangre- son claves como evidencia para ubicar a una persona en específico en el lugar de los hechos.
Las huellas dactilares tienen una importancia vital, ya que corresponde a un distintivo único para cada ser humano, el mismo que en nuestro país mantiene almacenado el banco de datos del Registro Civil.
A veces, por ejemplo en vidrio, están visibles para su análisis y comparación de datos. Otras, pasan desapercibido para el ojo humano y hay que trabajar con unos polvos químicos que permiten que estas huellas sean visibles.
"Este tipo de elementos técnicos son los mismos que se utilizan en las series, incluso la marca es la misma", señala el capitán Robe Adel, aunque como se ha mencionado antes, la versión en ficción tiende a exagerar los resultados obtenidos en este técnicas.
La última parada de nuestro recorrido por las instalaciones es un laboratorio que se dedica a identificar billetes falsificados. El trabajo de los delincuentes a simple vista parece idéntico a lo que sería un papel moneda real.
Sin embargo, mediante una sofisticada máquina y con técnicas de luz ultravioleta y otro tipo de análisis, es posible examinar de una manera exhaustiva el efectivo, sobre todo los aspectos invisibles que lo hacen auténtico y que no poseen aquellos que son falsos.
Somos testigos de ello. Nos muestran un billete común que, a simple vista no tiene nada de especial. Es entonces cuando ingresan el papel a la máquina y para nuestro asombro resulta ser falso, la luz UV y hasta su detalle al microscopio nos rebelan sellos invisibles para el ojo y que sólo uno original tendrían...
Todo esto es parte del trabajo que realiza Labocar para toda la región. Sin embargo, los casos de mayor connotación son aquellos que crímenes que se han tomado la palestra, convirtiéndose algunos en temas de conversación a nivel país. Uno de los más impactantes ocurrió en 2010, cuando fue descubierto el cuerpo de la estudiante de enfermería Cecilia Julio Bolados, un hecho que conmocionó a todos (ver página siguiente) y que gracias a la rigurosidad del método científico fue posible resolver, permitiendo que su asesino hoy esté tras las rejas.