Nunca más
ADELANTO DE "LA ESTRELLA" - Patricio Villalobos Rojas
En uno de los tantos cerros de Valparaíso, una familia normal, numerosa, la pareja contaba con siete hijos, todos varones. Ella, dueña de casa, hermosa, robusta, 40 años, él, un maestro de la construcción, alto, apuesto, de origen italiano, todos lo conocíamos por Gigi, buen deportista, jugaba en el club del barrio Los Laureles; de joven fue uno de sus más grandes goleadores, se casó con Anabella a los 20 años, era una conocida pareja del sector, todos le conocíamos. El tiempo transcurrió y año a año iban naciendo uno y otro hijo hasta contar el séptimo varón.
Era costumbre nacional que el séptimo hijo varón era apadrinado por el Presidente de la República y esta no fue la excepción. Por esos años, iniciando la década de los sesenta, el presidente Jorge Alessandri Rodríguez cumplió su compromiso con el bebé y se presentó en la iglesia Los Doce Apóstoles de laciudad y bautizaron a Arturo en honor al padre del presidente. De ahí en adelante al niño no podía faltarle nada, ya que contaba con la ayuda del gobierno y tenía asegurada incluso su educación. El mayor de los hijos Giuseppe ya había cumplido 12 años. Con un trabajo inestable Gigi comenzó a beber cada fin de semana, como se hizo una pésima costumbre, su mujer cambia su forma de ver las cosas y no acepta la mala vida que le ofrecía su marido.
Cada viernes Gigi llegaba borracho, se iba a dormir, pero eso cambió a contar de ese día. La muer le espera con un garrote y le da un certero golpe en su espalda, dejándolo tendido en el suelo. Gigi se desvaneció, inconciente durmió toda la noche, al día siguiente ni se acordaba de lo sucedido. Nuevamente bebió toda la tarde y se fue a su casa, fue recibido un poco más cordial, esta vez fueron golpes de puño y arañazos que marcaron su rostro, y así lucía todas las semanas por año tras año.
Eran comunes los gritos, los golpes cada día, todos sabíamos qué es lo que sucedía en esa casa, pero se pensaba que era Gigi quien golpeaba a su mujer y no todo lo contrario, se veía el rostro de él y entonces asumíamos que la pelea fue dura.
Las vecinas más amigas de la mujer ya sabían lo que pasaba, el rumor se esparció rápidamente, ella le pegaba a su marido, era extraño, casi irrisorio, la policía no intervenía y cuando acudían al domicilio por ruidos molestos, solo se retiraban diciéndole a Gigi que se pusiera los pantalones, que él era el jefe de hogar y se hiciera respetar. Los episodios se sucedieron por largo tiempo, cada semana, cada día, cada tarde los gritos y golpes se escuchaban en toda la calle, los vecinos acudían a socorrer a la mujer, pero luego se retiraban al ver que era Gigi quien estaba en el suelo golpeado y ebrio.
Una noche como tantas otras, la pelea fue corta, unos cuantos gritos, voz en alto y luego un silencio. Cuatro o cinco minutos más tarde, alaridos de pánico desde la casa atrajeron a los vecinos y también a la policía. El cuerpo de Gigi yacía en el piso, boca abajo, sobre un charco de sangre, la mujer miraba a su marido inmóvil, muerto de una certera estocada con el cuchillo más grande que había en la casa. Entre la discusión y forcejeo ella cogió el arma de una hoja afilada de treinta centímetros de largo y la clavó una y otra vez en el abdomen y la última en pleno corazón, dejando que se desangrara.
El Gigi
Nombre: "Nunca más" (2018)
PÁGINAS: 177
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