Crisis climática: científicos piden bajar consumo de carne y lácteos
Para reducir emisiones de gases de efecto invernadero, 200 expertos enviaron carta a los Gobiernos del mundo.
Agencias
El campo fue protagonista en la jornada de ayer de la Cumbre del Clima que se celebra en Madrid (COP25) y monopolizó presentaciones, mesas redondas, debates y seminarios en los que se analizó su rol y en los que, frente a las críticas que recibe, se defiende y destaca su apuesta por la innovación.
El Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) que asesora a la ONU estima que el sector agrícola y ganadero es responsable de cerca de un 23% de las emisiones globales de gases de efecto invernadero.
Por encima, se sitúa el energético, con aproximadamente un 35% de las emisiones, y debajo en el ranking el 18% de la industria y el 14% del transporte. Según la Unión Europea (UE), los últimos datos oficiales de 2016 apuntan a la agricultura emite el 11,5 % de estos gases, con 511 millones de toneladas de CO2 equivalente, frente a los 1.280 millones de la energía, los 931 del transporte, los 849 de la industria y los 575 de la actividad residencial y comercial.
Las cifras reflejan grandes diferencias geográficas: el peso de la actividad agraria es sensiblemente mayor en países en vías de desarrollo, pero los expertos recuerdan que, si se observan los datos a largo plazo, es el llamado "mundo occidental" el mayor culpable de la situación actual.
El ingeniero agrónomo español José Luis Gabriel Pérez considera que es "injusto" que se apunte al campo como foco de todos los males en materia de cambio climático.
"Es fácil demonizar al campo, porque la mayoría de la población mundial vive en ciudades, es un blanco fácil (...) En el fondo, lo que son insostenibles son nuestros hábitos de consumo", opina.
Su tesis es simple: Si el campo produce de forma intensiva -y por tanto genera más emisiones- es porque en el ámbito urbano se consume "de todo y de forma exagerada", y en esa lógica se enmarca el uso de fertilizantes o fitosanitarios para mejorar los rendimientos, por ejemplo.
"Es verdad que los agricultores han sido lentos a la hora de asumir su parte de responsabilidad, pero no toda la culpa es suya", detalla.
Carta a los gobiernos
Dentro de la actividad primaria, la ganadería es otro emisor de gases como consecuencia del estiércol y las flatulencias de los animales -que generan metano-, por lo que entre otras medidas se trabaja en el ámbito genético -con alteraciones en su ADN- y en su alimentación, ya que "hay dietas que provocan que contaminen menos".
Los investigadores también apuestan por un cambio en los hábitos de consumo que permita reducir el desperdicio: se calcula que hoy un tercio de los alimentos acaba en la basura, por lo que disminuir esta cantidad podría "aliviar" los sistemas de producción y que no fueran tan intensivos.
En la COP25, más de 200 científicos de todo el mundo pidieron a los dirigentes de los países más industrializados que incluyan en sus políticas climáticas la reducción del consumo y producción de carne y lácteos.
Liderados por expertos del Panel Intergubernamental de Cambio Climático (IPCC) y apoyados por Greenpeace, subrayan en una carta dirigida a los gobiernos que minimizar el consumo de carne y lácteos es una excelente medida para reducir la huella de carbono del sector agroalimentario. Según el IPCC, hasta el 37% de las emisiones globales de gases de efecto invernadero provienen del sistema alimentario y, de todas ellas, la ganadería de carne y lácteos es responsable del 14,5%.
En declaraciones a Efe en la COP25, Reyes Tirado, responsable de Agricultura, Alimentación y Clima de Greenpeace International, lamentó que la reducción del consumo de carne y lácteos "no se ha incluido en ningún plan de acción por el clima".
"La ciencia lo tiene muy claro, pero es un punto ciego que hemos tenido en todas las negociaciones climáticas", subrayó Reyes, quien ha dicho que la lucha contra el cambio climático "necesita acciones ambiciosas de todos los sectores".
"Se trata de una cantidad similar a todas las emisiones que vienen del transporte global -barcos, autos, trenes y aviones- y señalan con gran claridad cómo este es un sector muy importante a considerar en las políticas climáticas", explicó. Para Reyes además de contribuir a mitigar la emergencia climática, una dieta con menos carne "incrementa la salud de las personas".
En su opinión, el consumo excesivo de carne "no es una cuestión cultural, es el propio sistema y el sistema se está equivocando", pues la mayoría de los cultivos se destinan en la actualidad al ganado y no a alimentar a las personas.
Greenpeace felicitó la preparación del "menú sin carne" en la inauguración de la COP25, pero ha instado a los Gobiernos a promover dietas basadas en vegetales y con una cantidad mínima de carne.
Chile, por ejemplo, se ha puesto como desafío reducir las emisiones del campo en 18% hasta 2030.