Cartas
Alimentación en escuelas públicas
Señor director:
La verdadera ayuda, la que se ha sostenido por sí sola en los pilares de la ética y la corrección en el tiempo actual de pandemia y en la memoria histórica y colectiva que permanece anclada en generaciones y generaciones de estudiantes en una imagen nacional que ha traspasado la barrera del tiempo y la reminiscencia, es la alimentación que recibíamos en la escuela pública sin más trámite que nuestra propia niñez y la precariedad de niños y niñas de un Chile más humilde.
Para los cientos y cientos de educadores, en todo época y a lo largo del tiempo y del país, participar en la entrega de este beneficio, más que una obligación o responsabilidad, es un deber moral a cumplir y dar acción a un derecho de nuestros alumnos y alumnas, de sus apoderados y familias que por años lo han recibido con agradecimiento, de las manos de los maestros que son los llamados a cumplir éticamente con la entrega de este beneficio.
Hoy en día, este auxilio en víveres de primera necesidad entregados en los colegios de la nación, en esta calamidad mundial, ha pasado la prueba del día a día y las dificultades propias de cuarentenas, contagios y fundados temores de salud y durante meses a llegado silenciosa y verdadera a los más pobres entre los pobres, sin la parafernalia mediática de las cámaras de televisión, las notas de prensa gubernamentales y la marea interminable de chaquetas rojas tratando de aprovechar el minuto exacto en que estas cajas de alimento mitigan las necesidades alimenticias de los niños, niñas y ancianos más necesitados.
Son entonces las canastas familiares que licitadas por la JUNAEB, armadas y distribuidas por un equipo de personas de buen corazón y vocación por sus estudiantes, con un sentido humanista de la responsabilidad, entendiendo plenamente que esta labor hacen algo más que solo distribuir alimentos, sino que dan dignidad a todos los alumnos que semana a semana desde el inicio de la pandemia se han acercado a la escuela pública chilena a recibir una caja de suministros, guías pedagógicas preparadas por sus profesores y textos escolares.
Allí en sus comedores y cocinas, las señoras manipuladoras de alimentos dependientes las varias empresas concesionarias de la JUNAEB, en forma valerosa, miles de mujeres vestidas de blanco de todo el país, a riesgo de sus vidas y en extensa horas de trabajo manual arman y preparan con amor y compromiso las cajas que en las próximas horas serán entregadas a los estudiantes y a sus familias en cada escuela pública del país cada quince días.
Ricardo Rabanal Bustos
magíster en Educación
profesor, historiador y cronista