Cartas
Adiós a Paulino
Señor director:
En el convulsionado e individualista mundo de hoy, ya no existen hombres como tú, dueño de un corazón inmenso y generoso, capaz de los mayores sacrificios en bien de los niños. Cuando supimos de la muerte de tu hijo Gonzalo, no dudamos en hacernos partícipe del dolor que esto significaba, el más desgarrador que puede sufrir un padre, porque siempre pensamos que dejaremos esta tierra antes que ellos.
Incluso algunos compañeros pudieron ir a acompañarte, dentro de las restricciones actuales por la pandemia, conmovidos por el drama que los envolvía, estando presentes cuando avisaron de la tragedia que vino después.
¡Cómo sentimos no haber estado a tu lado en el momento de mayor desolación y amargura, en que la desesperación te llevó al extremo de tomar una decisión tan terrible, pensando tal vez en el cruel destino de la hija de tu corazón, a quien rescataste de un futuro terrible, acogiéndola en tus brazos y tu hogar, siendo una bebé, por puro amor! Hubiésemos querido ser la mano fraterna y cariñosa que te hubiese consolado, el abrazo fuerte, cuando, como todos, no imaginamos nunca lo que iba a suceder.
Los que quedamos, más cerca o más lejos físicamente, no logramos salir del impacto aún, queriendo recordarte como cuando llegaste a nuestra Escuela Normal al primer año, siendo un niño simpático y cercano, y te brindamos amistosa acogida, como se estilaba de parte de los "veteranos" del segundo año. Fueron lindos tiempos que quedaron en nuestros recuerdos, y aquellos que tuvimos el privilegio de reencontrarnos después como profesional de la salud, y contar con tu amistad, pudimos comprobar tu sensibilidad ante el dolor humano retratado en los niños que tanto quisiste! No te equivocaste, Paulino, en tu entrega decidida y afectuosa para todos los que a ti acudieron, y creemos que merecía mucho más de lo que la vida te dio.
Te queremos realmente mucho, y solo deseamos a que ahora te encuentres descansando y disfrutando de tus queridos hijos, allá junto a Dios, apoyando tu cansada frente en el amoroso hombro de nuestro amado Jesús, que te acoge con los brazos abiertos en su sagrada familia, rodeado de los niños que te brindarán el consuelo a tu corazón.
Tu familia, que atraviesa por tan difíciles momentos, puede contar con nosotros, tus hermanos que sabemos del dolor, y por lo mismo comprendemos el de ellos, para que reciban nuestro afecto y nuestras oraciones pidiendo que puedan sobreponerse a la angustia de hoy como un bálsamo que cubra sus corazones.
Profesores normalistas
Generación 1963-1968