Cartas
Alimentación
Señor director:
Los ministros y parlamentarios con mala memoria y gratitud, olvidan que las escuelas públicas de Chile fueron durante el 2020, además de educar, el principal soporte de alimentación en tiempos de pandemia.
La verdadera ayuda, la que se ha sostenido por sí sola en los pilares de la ética y la corrección en el tiempo actual de pandemia y en la memoria histórica y colectiva que permanece anclada en generaciones de estudiantes en una imagen nacional que ha traspasado la barrera del tiempo y la reminiscencia, es la alimentación que recibíamos en la escuela pública sin más trámite que nuestra propia niñez y la precariedad de niños de un Chile más humilde.
Para los cientos de educadores, en toda época y a lo largo del tiempo y del país, participar en la entrega de este beneficio más que una obligación o responsabilidad, es un deber moral a cumplir y dar acción a un derecho de nuestros alumnos y alumnas, de sus apoderados y familias que por años lo han recibido con agradecimiento, de las manos de los maestros que son los llamados a cumplir éticamente con la entrega de este beneficio.
Hoy este auxilio en víveres de primera necesidad entregados en los colegios de la nación, en esta calamidad mundial, ha pasado la prueba del día a día y las dificultades propias de cuarentenas, contagios y fundados temores de salud y durante meses a llegado silenciosa y verdadera a los más pobres entre los pobres, sin la parafernalia mediática de las cámaras de televisión, las notas de prensa gubernamentales y la marea interminable de chaquetas rojas tratando de aprovechar el minuto exacto en que estas cajas de alimento mitigan las necesidades alimenticias de los niños y ancianos más necesitados.
Son entonces las canastas familiares que licitadas por la JUNAEB, armadas y distribuidas por un equipo de personas de buen corazón y vocación, con un sentido humanista de la responsabilidad, entendiendo que esta labor hacen algo más que solo distribuir alimentos, sino que dan dignidad a todos los alumnos que semana a semana desde el inicio de la pandemia se han acercado a la escuela pública chilena a recibir una caja de suministros, guías pedagógicas preparadas por sus profesores y textos escolares.
Allí en sus comedores y cocinas, las señoras manipuladoras de alimentos dependientes las empresas concesionarias de la JUNAEB, en forma valerosa y vestidas de blanco, a riesgo de sus vidas y en extensa horas de trabajo arman y preparan con amor y compromiso las cajas para los estudiantes y a sus familias en cada escuela pública del país cada quince días.
Ricardo Rabanal Bustos