Migrantes esperan hasta 4 horas para un testeo en el Polideportivo
Llegados a Antofagasta deben realizarse un examen para detectar el covid-19 antes de seguir su camino. Ayer, decenas de personas aguardaban en las afueras para el turno de testearse.
Con los brazos cruzados y apoyada en un fierro frente al Polideportivo Centenario de Antofagasta, Carmen Godoy espera su turno para tomarse el test de antígeno que detecta el coronavirus. Han pasado dos horas y media desde que llegó a hacer la fila y, aunque no sabe a qué hora le va a tocar, tiene paciencia. Junto a ella, una decena de personas migrantes aguardan hasta que les permitan entrar.
La espera es tediosa: algunos hablan por celular, los niños juegan y otros dormitan acostados haciendo de su maleta una incómoda almohada. Una funcionaria de mascarilla abre la reja y pedir paciencia, porque ha llegado mucha gente. Salir negativo en el examen es requisito previo para continuar el viaje que muchos quieren realizar hacia el sur, y diariamente, el personal de Salud toma cientos de test al día en ese lugar.
Pero Carmen viene de vuelta. Con los ojos vidriosos, dice que quiere volver a su natal Santa Cruz, en Bolivia. "La gente me trató mal", lamenta. Se vino a Chile para trabajar en la cosecha de uvas en La Serena, pero -dice- la pega duró un mes y les quitaron la plata. De retorno en Calama, la mujer venía en un vehículo junto a otro grupo de personas cuando el chofer les dijo que irían a cargar bencina y después volvían. "Al final nos dejaron botados a medio camino", cuenta.
El remate de su triste paso por Chile fue un trabajo como ayudante de albañil. Le prometieron 20 mil pesos, pero le pagaron diez. "Me voy a ir hasta fin de año, y después veo si hay entrada. Tengo unos pequeños terrenos, por si vendo para ir a llevar negocio a Iquique, porque me gusta el comercio". Ayer, Carmen Godoy esperaba el resultado positivo para entrar a Bolivia por Colchane.
El venezolano Robert Galeano ingresó a Chile por esa comuna de Tarapacá, hace cuatro días. También fue víctima del abuso en la tragedia: para trasladarlo desde Colchane hasta Pozo Almonte, un tramo de 192 kilómetros, tuvo que pagar 50 mil pesos, dinero que alcanza para pagar un pasaje en bus hasta Santiago. De ahí, hasta Calama, otros 30 mil pesos más. Tuvo suerte: a algunos les cobraban 35 mil.
Santiago
"La realidad de la migración a Chile es la esperanza que ofrecen. Mejor sueldo, la calidad de vida es mucho mejor, y lo puedes apreciar desde el momento en que entras", comenta Galeano, afuera de la reja del Polideportivo. Lleva cuatro horas esperando el PCR. En su bolsillo aún guarda, casi nuevo, un carnet de extranjería que le dieron en Perú, donde vivió sus años y hasta incluso armó su propio negocio, pero la situación económica lo empujó a venirse. "Se está poniendo igual que Venezuela".
Después de pasar la fría noche calameña, el hombre pagó otros 20 mil pesos para llegar a Antofagasta. Durmió un poco en el bus, pero ni siquiera lo dejaron en el terminal, porque el bus lo dejó botado en la plaza del Olivar, en Salvador Allende. "Quiero hacer mis papeles para regularizarme, para tener mi calidad migratoria y estar acá legal". Su destino, como varios, es la capital. Allá lo espera una oferta de trabajo, y parte el lunes.
Santiago también es el destino de Kim Pardo, de Colombia. Tres horas pasaron entre que llegó a la fila hasta que salió con su examen, cargada con bolsos y mochilas al hombro. "Pensé que me iba a demorar más", comenta. Después de pasar unos días en Iquique ("La ciudad es bellísima, la playa es genial", dice), la periodista asegura que la han tratado bien en Chile, salvo excepciones. "Ahorita tuve un pequeño tropezón con una chica de la terminal. Pero bueno…", comenta, antes de seguir camino.
SITUACIÓN DE LOS MENORES
De acuerdo a un estudio realizado por Fundación Colunga, la Universidad Católica, WorldVision y Unicef, nueve de cada diez niños y niñas migrantes dicen estar contentos de haber migrado, y más de la mitad de ellos considera que su familia está mejor que en su país de origen. "La situación migratoria, sobre todo desde el endurecimiento de las medidas por parte del gobierno, han agudizado la condición de vulnerabilidad de niños y niñas. Una vez que se desplacen al sur, sobre todo si tienen redes de apoyo y se integran en comunidades menos expuestas, tienen la posibilidad de retomar cursos de vida habituales", señala Arturo Celedón, director ejecutivo de la entidad.
El estudio explotatorio también señala que el 24% de los hogares donde vive al menos una niña, niño o adolescente en contexto de migración en el país, se encuentra en una situación de pobreza multidimensional, con carencias en sus derechos básicos, como acceso a la educación, salud, trabajo, seguridad social, entre otros.