Lanzan ejercicios para prevenir el bullying y la mala convivencia
La Fundación San Carlos de Maipo publicó un Banco de Estrategias para desarrollar las habilidades sociales y cognitivas de los escolares chilenos.
Rodrigo Castillo
Actividades tan elementales, pero tan importantes, como saludar a otros niños, o presentarse ante compañeros nuevos, forman parte del Banco de Estrategias que la Fundación San Carlos de Maipo acaba de publicar como una forma de contribuir a una mejor convivencia en los establecimientos de educación escolar, disminuyendo así las posibilidades de que aparezcan casos de bullying o maltrato.
El documento, que ya está disponible en forma gratuita para padres y docentes, ofrece un conjunto de actividades prácticas con las que los menores podrán desarrollar las habilidades sociales imprescindibles para su desarrollo como individuos. La idea es que, al simular diversos escenarios, incluso en forma de juego, puedan aprender a desenvolverse fluidamente.
"La idea de este Banco de Estrategias es que podamos reforzar nuestra labor preventiva, llegando antes de que se produzcan los problemas, y no durante su materialización. Está el problema de la convivencia escolar, pero también pueden estar el consumo problemático de sustancias, el desarrollo de carreras delictuales o la aparición de cuadros sicológicos de depresión y ansiedad", explica Raúl Perry, gerente de programas de la Fundación San Carlos de Maipo.
En la propuestase citan datos del Instituto Nacional de Estadísticas, del año 2018, en los que se establece que los niños y adolescentes conforman el 24,4 por ciento de la población total del país. Un 35 por ciento de la población menor de 18 años, en tanto, corresponde a niños de entre 12 y 17 años, edades en las que la adquisición y desarrollo de habilidades sociales se vuelve una necesidad tan urgente como decisiva.
Una de las características más notables de este nuevo Banco de Estrategias es que se basa en evidencia aportada por el estudio de casos reales. Las estrategias mismas resultan sencillas a la hora de implementarlas tanto en el hogar como en la sala de clases, y se inspiran, en gran parte, en el "Modelo de desarrollo social" planteado a mediados de los años 80 por los especialistas Hawkins y Weiss, y que ha seguido consolidándose hasta la actualidad.
El objetivo de este modelo que se ha ido perfeccionando en cuatro décadas es, en el largo plazo, es organizar la evidencia disponible respecto de los factores protectores y factores de riesgo que el niño enfrenta en su vida escolar. Así los investigadores esperan contribuir a que los adultos tengan un mayor control de esa etapa educativa, disminuyendo las posibilidades de que desarrollen comportamientos antisociales.
El banco de estrategias propone diversas intervenciones y actividades que, al ser realizadas en conjunto por alumnos, padres y educadores, potencian los lazos y también refuerzan la autoestima de los menores. Más allá de enseñar "buenas costumbres" o "normas de respeto al prójimo", el modelo ayuda a desarrollar habilidades sociales que permiten que el niño se integre armoniosamente al entorno.
Actos claves
Según se descubrió, el fenómeno del bullying surge casi siempre cuando hay un escolar tímido, que no conoce los referentes necesarios para comunicarse de manera eficiente, y que por lo tanto es rechazado por sus compañeros. El otro componente, para iniciar esa dinámica perniciosa, es la aparición de un segundo alumno que no se ha integrado correctamente y que sólo sabe expresarse a través de la agresividad, ya sea verbal o física.
Entre los ejercicios que podrían ayudar a prevenir situaciones de maltrato sistemático se encuentran algunas tan simples como el "saludar mirando a los ojos y sonriendo", actitud que facilita la interacción con el prójimo. A través de las estrategias contenidas en el documento, los alumnos también pueden aprender a enfrentar desafíos como el incorporarse a una clase en la que no conocen a ninguno de sus compañeros.
Uno de los factores claves que se han tenido en cuenta al desarrollar estas lecciones interactivas es el de la flexibilidad, la capacidad de adaptación a escenarios que escapan de la experiencia previa o que incluso atemorizan por ser inusuales o inesperados. Para ello, se potencia en los menores la habilidad de reaccionar y conducirse de manera apropiada en diferentes contextos, ya sea que se encuentren con personas conocidas o con gente a la que ven por primera vez. Ellos aprenden, así, a hablar de manera formal o informal, en ambientes escolares o domésticos, y adquieren la destreza necesaria para desenvolverse con naturalidad frente a sus pares, asegurando su incorporación a grupos de trabajo o de juego.