Cartas
Rotary
Señor director:
El mundo como un barco sin brújula va describiendo peligrosas espirales hacia un abismo de tal modo insondable, que más que nunca se hace necesaria la acción de hombre de buena voluntad para evitar el caos de la incomprensión en que parece precipitarse nuestro planeta irremisiblemente.
Pero ante este espectáculo terrible de desolación, ante las inquietudes que mueven a las masas, ante el desasosiego que impera en el mundo, con un negro cortejo de dolores, se ve brillar en el lejano horizonte una luz de esperanza, de una ilusión basada en el bien, el progreso y la solidaridad que nos dice que todos los hombres somos hermanos y que es nuestro deber fundamental, el prestar todo el beneficio que podemos a los demás, sin pensar en el bien que con ello se puede recibir.
Esta lejana luz de esperanza ha ido con el tiempo acercándose a la humanidad y ha llegado a hacerse realidad y carne en el mundo constituyendo lo que tanto queremos, el Rotary Club.
Llega el 23 de febrero de 1905 y surge una luz, tenue al principio, pero que aumenta vertiginosa su resplandor hasta iluminar con su belleza incomparable a Paul Harris-fundador de Rotary- que lucha por la restauración del imperio del amor. Surge un nuevo líder, que tomando la antorcha de aquel que ofreció su vida por nosotros, marcha decidido en pos de su noble y grande destino. Y la letra "R" del noble pendón, se constituye en símbolo de la esperanza. Los rostros angustiados de nuestros hermanos desamparados se transforman como presintiendo que su mísera suerte puede cambiar. Y los pobres, los enfermos, los humildes ya no están solos.
Una legión de hombres de buena voluntad, portando como única arma su amor al prójimo, entablan combate contra todo lo que signifique miseria, tristeza y dolor.
El Rotary es, pues, consecuencia y creación del amor, de un amor dado sin condiciones. Es la mayor reserva moral de la humanidad y existirá mientras haya un prójimo que amar.
Para comprender mejor el sentido misional de Rotary comparto este relato: "Por uno de esos innumerables caminos de la tierra transitaban dos niños. En una etapa de su andar debían cruzar un arroyo de corriente muy impetuosa. Entonces el mayor coloca al menor a grupas en su espalda y lo lleva a la otra orilla. Un caminante que pasaba en esos instantes preguntó al niño: ¿Por qué cruzabas el arroyo con esa carga? Le respondió el niño mayor, no es una carga, es mi hermano".
Su significado es elocuente, nuestro prójimo no ha sido una carga, ha sido nuestro hermano en estos 118 años de vida de Rotary.
Arturo Mardones Segura