Discapacidad sin apellidos

La Calidad de Vida (CdV) es el norte para quienes trabajamos con personas con discapacidad (PcD), razón por la que concentramos nuestro quehacer buscando aportar a su mejora. Sin embargo, nuestro campo de acción es limitado. Por ello, cada persona debe aportar lo suyo, desde su rol, para la consecución de una meta tan ambiciosa como es la mejora de la CdV de este colectivo.

Las familias, entidades educativas, entornos laborales, legisladores y tomadores de decisiones y la sociedad civil en su conjunto, deben jugar su papel para lograr la plena inclusión de las PcD. Éstas pueden hacer su mejor esfuerzo por "incluirse", sin embargo, las barreras de participación no las levantan ellos, sino su entorno. Por esta razón es que la recientemente promulgada ley 21.545, más conocida como "Ley TEA", refleja el compromiso de avanzar en la garantía de los derechos de las PcD, en este caso, personas con la Condición del Espectro Autista (CEA). Ahora bien, considerando que ya contamos con un marco normativo que garantiza los derechos de las PcD y que, a pesar de encontrarse vigentes, fue necesaria esta ley específica para las personas CEA, es de esperar que su derecho de participación social, "ahora sí" sea efectivo.

Obreros

Señor director:

Al aumentar caudal de agua en Lago Riñihue, por el terremoto del 22 de mayo de 1960, a varios obreros que estaban construyendo la Central Pullinque los enviaron a realizar trabajos de urgencia al Lago Calafquén y a Laguna llamada Charchal. Después, cada día (por caminos peligrosos), un camión con obreros salía de Pullinque a las cinco de la mañana, llegando a Riñihue a las 9,30 horas. Allí los obreros, con hachas, cortaron cientos de varas, las que colocaban por donde tenían que pasar maquinarias, vehículos o camiones, para que estos no se empantanaran en el barro; al final del día regresaban a Pullinque. Después les pidieron quedarse en Riñihue, para trabajar de paleros en tres turnos, día y noche. En cada jornada terminaban con la vestimenta mojada y embarrada; no tenían cómo secar sus ropas. Dormían en el segundo piso de un galpón con fardos; en la parte baja lo hacían los animales del predio. Los obreros, con las carpas que les entregaron en junio de 1960, crearon su campamento. Un día, por una explosión de dinamita, falleció don Eliecer Nuñez y otros dos trabajadores resultaron heridos. Don Rudelindo Escalona Valdés, fue uno de los obreros del Riñihue que, junto a innumerables compañeros y paleros salvaron a ciudades de Los Lagos, Valdivia y sectores aledaños; también a pueblos de Antilhue, Pishuinco y Huellelhue.

Derico Cofré Catril