Derriban la creencia de que el conflicto es inherente al humano
Investigación hizo seguimiento pormenorizada al comportamiento de tres grupos de bonobos.
Agencia EFE
Aun siendo de diferentes grupos comparten, cooperan y si es necesario agreden conjuntamente al que se porta mal pero sin llegar a ser letales: un estudio con bonobos desmontó la creencia de que el conflicto es inherente al ser humano, y algo inevitable desde el punto de vista evolutivo, según un estudio publicado ayer por Science.
En un centro de investigación en la selva de Kokolopori (República Democrática del Congo) los investigadores siguieron diariamente a tres grupos de bonobos. Ese minucioso y constante monitoreo dio lugar al hallazgo de otra especie, más allá de los humanos, capaz de tejer alianzas y ayudarse de manera altruista. Los investigadores encontraron conexiones estrechas entre los vínculos de cooperación de los grupos de bonobos con los existentes en las sociedades humanas.
Los bonobos, al igual que suelen hacer los humanos, "no interactúan entre ellos al azar, sino que la cooperación se da preferentemente con miembros concretos de otros grupos a los que ven más proclives de devolverles el favor en caso de necesitarlo", dijo uno de los investigadores.
Esta red de alianzas entre las comunidades de bonobos se fundamenta en "individuos muy activos dentro de los grupos" y la cooperación tiene como objetivo prioritario "compartir la comida".
En esto está otra de las grandes similitudes con la especie humana, y es que las hembras bonobo "parecen particularmente buenas formando alianzas para compartir comida entre grupos y tratar de ser equitativas en el reparto".
Si los machos se portan mal, las hembras de diferentes grupos se unen para agredir al agresor.
Esta 'sororidad' en la defensa nunca llega a traducirse en agresiones letales, como sí ocurre con los chimpancés. "Las relaciones entre los distintos grupos de chimpancés son predominantemente hostiles y las agresiones letales suelen ser comunes. Por ese motivo, los modelos de evolución humana daban por supuesto hasta ahora que la hostilidad y la violencia de grupo son innatas a la naturaleza humana", detalla un investigador.
A su juicio, las conclusiones "cuestionan la idea de que compartir cultura y normas sociales son condiciones imprescindibles para que surja la cooperación entre grupos". "Los bonobos demuestran que la guerra constante entre grupos vecinos no es necesariamente un legado humano y es perfectamente evitable desde el punto de vista evolutivo", agregó.
El estudio de cómo surge la cooperación en una especie tan estrechamente emparentada con los humanos "ha aportado una nueva visión sobre las condiciones que promueven la cooperación entre grupos frente al conflicto".
"Es indudable que tener una cultura, tradición y normas sociales similares facilita la cooperación entre sociedades humanas, conduce al intercambio de recursos y conocimiento, pero vemos cómo los bonobos también cooperan sin necesidad de compartir normas sociales, tradiciones o cultura", sostiene.
Una de las preguntas que restan por responder, por ejemplo, es si los individuos más proclives a la cooperación se sienten y son percibidos como parte de un grupo u otro, o de otro modo.