¿Servir o servirse?
Señor director:
No cabe dudas que el bullado caso judicial de la exalcaldesa de Maipú, Cathy Barriga, no ha dejado a nadie indiferente, tanto por el entramado como por los antecedentes que la opinión pública ha conocido. El caso, a estas alturas de connotación nacional, permitió saber algunos de los pormenores que llevaron un déficit comunal de 31 mil millones de pesos, un monto que la justicia definió como inédito y que supera con creces el de otras autoridades locales, lo defraudado en el caso Fundaciones e incluso el ya olvidado caso de fraude en Carabineros.
Lo cierto es que los recursos públicos, especialmente en el caso de Chile, pueden seducir y malear a cualquier persona, más allá de lo intachable o de la honorabilidad que predique. La base de la retórica política es la falacia argumental, el negar cualquier hecho hasta que la justicia, para bien o para mal, acredite lo contrario. Por lo mismo bien cabe preguntarse, en lo que será el año de inicio del derrotero electoral, cómo los partidos políticos eligen a sus representantes y respaldan sus nominaciones, entendiendo por lo demás que en política, y el ejercicio de la función pública, no necesariamente están los mejores sino lo que tocó, lo que hay, quienes sean más conocidos o hayan tenido mayor figuración en medios. Total, el votante recuerda rostros, más no necesariamente el por qué tuvieron presencia mediática.
Y aquí se presenta el gran dilema para un país que tiene urgencia de desarrollo tras un profundo retroceso en diversas materias: ¿Chile continuará en la senda de personeros públicos y representantes que buscar servirse, para sus fines, de la política o realmente vamos a tener, alguna vez, genuinos servidores públicos con vocación, donde no prime el afán y las ansias de robar y defraudar tanto la fe pública como sus recursos o estamos condenados a ser gobernados y representados por mediocres?
Será una vez más menester, de las chilenas y chilenos vía democrática, definir el camino que quieren para el país, para nosotros y las futuras generaciones. Que Dios nos guarde e ilumine para tomar las mejores decisiones.
Rodrigo Durán Guzmán