La odisea de instalar equipos de monitoreo en los volcanes de la región
El relato del equipo científico de Ckelar en los ascensos a los macizos, enfrentando a las adversas condiciones del altiplano.
Ricardo Muñoz E./Redacción
A mediados de marzo el equipo de científicos del Instituto Milenio de Investigación en Riesgo Volcánico Ckelar Volcanes de la Universidad Católica del Norte (UCN) anunciaba el estudio de cuatro macizos de la Región de Antofagasta a través de la tecnología satelital de alta precisión, lo que permiten datos exactos y así hallar precursores de erupciones.
Sin embargo, la instalación de los dispositivos de monitoreo no es tarea fácil. Es más, los mismos expertos -acostumbrados al estudio en terreno y el ascenso a los volcanes e la región- califican esta expedición como una verdadera "odisea", en donde deben enfrentarse a condiciones climáticas extremas, la falta de oxígeno por la altura y la exigencia física.
Los mismos investigadores narran cómo ha sido la instalación de las estaciones de monitoreo GNSS (siglas en inglés para Sistema Global de Navegación Satelital). La primera parada fue en el volcán San Pedro y de la que el científico Matías Arriagada recomienda "comer livianito" antes de comenzar el ascenso. Junto a él lo acompañaron los investigadores de Ckelar Mahesh Shrivastava (UCN) y Alexandra Fuentealba.
Lo más adverso son los 3.500 metros sobre el nivel del mar, sobre todo cuando no se está acostumbrado.
"La puna puede pegar fuerte" advierten los científicos. Mareos, vómitos, diarrea e incluso desmayo, puede causar "el mal de puna", al que los volcanólogos ya están adaptados por la frecuencia en que realizan este tipo de expediciones.
Sumado a ello, las condiciones se hacen adversas: los macizos se ubican a grandes distancias entre los puntos de monitoreo, también existe el problema de zonas de incomunicación por la geografía del Desierto de Atacama, lo que requiere de vehículos 4x4 para el acceso.
Otro de los problemas es el Sol, más precisamente las pocas horas con luz solar. Los investigadores cuentan que a las 17:00 -faltando poco para el atardecer- iniciaron la descarga de equipos y herramientas para su instalación: taladros, bidones con agua y bencina, una estructura para el levantamiento de un panel solar de 20 kilos y sus respectivos accesorios, entre ellos, una batería de auto que pesa otros 20 kilos más.
Los expertos debieron hacer varias paradas durante el ascenso al volcán, ya que el peso y la exigencia física para llegar a esas alturas es bastante extrema.
El atardecer alcanzó la campaña y se inició el proceso de instalación: "El equipo debe estar instalado a cierta distancia -desde cinco hasta once kilómetros del volcán- y a una altura considerable en un ángulo de 10° a cielo abierto, para recepcionar la señal de al menos seis satélites en una roca "aflorada". Es decir, que sea parte del sitio", explica Mahesh Shrivastava, investigador Ckelar y académico de la UCN a cargo del proyecto.
Paneles solares
Con pala en mano, el grupo de expertos aplanó lo que más se pudo el suelo y así poder enterrar la base de la estructura de fierro del panel. Esta estructura está recubierta con madera en los costados y contiene una batería de auto, un controlador de carga, un GPS, y un equipo receptor de señal satelital. El panel se conecta al sensor GNSS a través de dos cables, los que se recubren con PVC corrugado para protegerlo del sol.
Ya de noche, con el equipo instalado y una gran luna llena, la expedición tomó el rumbo hacia Calama. Normalmente los volcanólogos pernoctan durante varios días en sus campañas de terreno en pleno desierto y que llaman "refugios" ubicados cerca de los volcanes, los que son estructuras -incluso un cerro- que los cubre del viento y del clima extremo del altiplano nortino. Esta vez la campaña fue "lujosa", dice entre risas la encargada de logística Ckelar, Alexandra Fuentealba, ya que se alojan en una hostal.
En el segundo sitio se debió repetir la misma rutina, esta vez en un pequeño roquerío situado en la cara oeste del volcán San Pedro y resguardados a un costado por el volcán monogenético, La Poruña, algo que se realizó sin mayores contramptiempos.
La próxima parada fue San Pedro de Atacama, un viaje de tres horas, ya que no existe una ruta directa, por lo que el equipo debió volver a Calama y desde ahí a la comuna turística.
Durante los trayectos no se realizaron paradas para almuerzo y la comida diaria consiste en un desayuno, y snacks durante todo el día. Los científicos cuentan que el trabajo es muy duro durante toda la jornada y comer algo comida contundente bajaría la productividad o incluso, debido a la altura, provocaría malestares.
El último día trabajo terminó con el arribo al imponente volcán Láscar, el más activo de Chile y para ello el equipo primero debió llegar hasta la comunidad de Talabre, poblado ubicado en las faldas del macizo a 3.300 msnm. A pesar del sol abrumador del mediodía en el desierto más árido del mundo, los volcanólogos afirman que el frío calaba en los huesos, pero se logró el objetivo de instalar el tercero de los equipos.
Tras la ardua tarea, los investigadores de Ckelar ya se preparan para instalaciones en la cara este del Láscar, además de los volcanes Socompa y Lastarria.
3.500 metros sobre el nivel del mar se ubica el volcán San Pedro, la primera parada de la travesía.
rmunoze@estrellanorte.cl